Ese día llovía a cántaros. En días como este, Jacinta prefería quedarse en casa y recordar aquella época en la que siendo niña iba a una academia del pueblo para aprender corte y confección con la intención de sacarse una titulación.
Por aquel entonces vivía en el pueblo de al lado y tenía que ir a pie hasta la academia. Aquella academia tenía mucha fama por ser su profesora una modista muy conocida y con prestigio por lo que sus alumnas eran niñas de bien de los alrededores. Muchas de las chicas, faltaban varias veces pues sencillamente acudían para tener algo de preparación y no le ponían demasiado interés pero otras chicas, como Jacinta, querían obtener una titulación y dedicarse profesionalmente a ello. Estudiaban el sistema Martí de Barcelona, con unos libros y unas pautas que llegaban desde allí.
Jacinta era una aventajada pues la costura fue algo innato en ella, ya con 9 años se hizo un abrigo con un poco de ayuda de una vecina, por lo que cuando inició su andadura en esta academia ya sabía coser.
Mientras aprendían y cosían, las charlas solían ser muy amenas y aquel día Jacinta contó que al día siguiente, iría a Londres con la familia. Como sucede muchas veces en las conversaciones hay cosas que se comentan más y otras que se comentan menos y esta salida a Londres fue algo que se escuchó pero parecía haber pasado inadvertida.
Cuando la clase finalizó, cada una se marchó a su casa y Jacinta se despidió recordando que al día siguiente no podría venir a clase y que se volverían a ver el lunes.
Al día siguiente la clase transcurrió sin Jacinta, pero ahora sí que comentaron las compañeras. Hubo de todo, como os podéis imaginar... Que cómo una familia como "esa" se podía permitir ir a Londres, que qué pintaban allí, que no podía ser, que si, que no...
Mientras, Jacinta y su familia, el viernes visitaban Londres, donde residían familiares en una gran casa con unas vistas impresionantes.
Y el fin de semana transcurrió agitado para algunas personas y muy placentero para otras...
El lunes, cada cual reanudaba sus quehaceres y Jacinta acudió a la academia como cada día. Allí se encontraban todas las alumnas expectantes y Mari la profesora también. Muchos de los días faltaban muchas chicas que solían hacer "piperra" de las clases, pero hoy no faltaba ninguna.
Jacinta, ni se extrañó ni pensó que nada anduviera fuera de tono, ella solamente sabía las tareas que tenía que realizar y con el ánimo y el buen hacer que le acompañaban siempre, comenzó a coser.
Pasaba el rato y todas sus compañeras y profesora estaban muy agitadas. Ella notaba el ambiente algo enrarecido pero pensaba que era por ser lunes y ¿quizá luna llena?...
De pronto y con todo el disimulo que pudo una de las chicas le preguntó:
- ¿Jacinta qué tal el Big-Ben?
Jacinta la miró con cara extrañada y se percató de que todas estaban a la expectativa...
- ¿El Big-Ben? ¿Por qué me preguntas eso?
- Bueno, el viernes estuviste en Londres, ¿no? - Esta vez el tono llevaba un punto de sarcasmo.
Jacinta abrió mucho los ojos y contuvo la risa. Miró de reojo a todas y se dio cuenta de sus caras, que estaban a la espera de su respuesta. Hasta Mari, la profesora, tenía mucha curiosidad. Jacinta quiso abrir la boca para explicar pero lo único que le salió fue una carcajada.
Dejó lo que estaba haciendo y respondió:
- Efectivamente el viernes estuve en Londres con mi familia, pero no visitamos el Big-Ben, pues este se encuentra en Inglaterra y el Londres de mi familia es un caserío que está en el monte Jaizkibel... y se echó a reír a carcajadas...
Desde hace tiempo he querido que Jacinta fuese independiente y lo he pasado a un blog propio, cambiando el título.
Para consultas de este capítulo original, (como el resto) se encuentra registrado en:
Me ha encantado: ágil, creativo y sorprendente 👏👏
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Abrazo.
EliminarUn bello y divertido malentendido.
ResponderEliminarGracias, Amaia
Un abrazo
Sin quererlo, Jacinta es pilla, je je je. Muchas gracias por tus palabras. Abrazo.
EliminarJajaja! me río junto a Jacinta.
ResponderEliminarUna anécdota muy divertida Amaia.
Me encanta tu relato y su lenguaje conciso.
Veremos qué le ocurre a Jacinta en el próximo capítulo.
Un abrazo grande.
Me alegra mucho Carmen. Muchas gracias por tus palabras. Abrazo.
Eliminar@Amaia) Ya he leído los capítulos de Jacinta y me han gustado mucho, pero me quedan saben a poco. Tengo que profundizar más en la vida de esta entrañable señora. Un abrazo.
ResponderEliminarA ver si poco a poco ella me va contando cositas, je je je. Muchas gracias por tus palabras. Abrazo.
EliminarUna buena lección les dio Jacinta a las harpías. Siempre sucede lo mismo cuando entre grupos e fijan diferencias sociales, bien por el aspecto de las personas o por su forma de intentar integfrarse en el grupo, que ya las eñalan como "no preferentes".
ResponderEliminarMe ha gustado, Amaia. Un relato muy entretenido. Gracias por compartirlo.
Muchas gracias Marcos. Abrazo grande
EliminarJajajaja, muy bueno Amaia. Jacinta es mucha Jacinta para andarse para andarse por las ramas. Me encanta las historias de Jacinta, a ver qué es lo siguiente, un abrazo.
ResponderEliminar(Cómo allí no pude comentar te doy las gracias por publicar mi frase en tu blog, me gustó mucho la foto que la acompaña).
Nuria, me alegra muchísimo. Muchas gracias por tus palabras. Abrazo.
EliminarBueno, llego a tiempo de echarme unas carcajadas con las ocurrencias de Jacinta. Creo que te dará muchas satisfacciones esta señora. Un besote.
ResponderEliminar